La carrera de Ann Tollefson en la enseñanza de idiomas es una historia de pasión, pionerismo y aceptación del cambio. Empezó como profesora de francés de secundaria y ha pasado por varios institutos, ha sido administradora de distrito y supervisora estatal de idiomas. Pero su camino no siempre fue claro. Fue un viaje marcado por la casualidad y la voluntad de aprovechar las oportunidades a medida que surgían. Su incursión inicial en los idiomas no estuvo impulsada por una visión clara de convertirse en una líder nacional en la enseñanza de idiomas; fue un viaje que se desarrolló paso a paso.
Cuando Ann empezó a enseñar en 1963 descubrió un profundo amor por la profesión, a pesar de los retos que suponían los anticuados materiales y métodos de enseñanza que prevalecían en aquella época. Recuerda la época de la metodología audiolingüe, en la que los alumnos memorizaban diálogos sin comprenderlos realmente. Esto ponía de relieve la falta de una definición común de competencia y evaluación del rendimiento en lo que ella describe como "la época de los pioneros".
Ann no tardó en darse cuenta de que el campo de los idiomas tenía mucho trabajo por hacer para ofrecer experiencias de aprendizaje que prepararan a los estudiantes para utilizar sus conocimientos en el mundo real.
Las experiencias de Ann también pusieron de manifiesto las diferencias geográficas en la enseñanza de idiomas. Recuerda una presentación sobre la enseñanza a distancia en su primera reunión de ACTFL a cargo de un representante de Minnesota. En lugares como Wyoming, su estado natal, la enseñanza a distancia era a menudo la única oportunidad que tenían los estudiantes de aprender idiomas distintos del inglés. Cuando un representante de la costa este le preguntó por qué era importante la educación a distancia, Ann se dio cuenta de la perspectiva única que podía aportar a este campo. Esto la inspiró a seguir abogando por la educación a distancia en puestos de liderazgo, lo que culminó con su elección como Presidenta de ACTFL en 1997.
Al reflexionar sobre su carrera, Ann subraya la importancia de estar abierto al cambio y a las nuevas oportunidades. Su consejo a los jóvenes es que sean aventureros, creen sus propios caminos y no se limiten a un único papel o identidad. Sus diversas experiencias, incluida su participación en el campo de las humanidades y un viaje Fulbright Hayes a África, han enriquecido su enseñanza y su perspectiva. Ann también desarrolló una pasión por el arte, creando lo que ella describe como una "segunda carrera" como artista.
Una de las esperanzas permanentes de Ann es la adopción generalizada de la inmersión en dos idiomas, especialmente para los niños de zonas rurales que quizá no estén expuestos a diversas lenguas y culturas. Cree que todos los niños deberían tener la oportunidad de aprender en un entorno tan enriquecedor que puede ampliar considerablemente su visión del mundo.
La historia de Ann Tollefson no es sólo la de los títulos que ostentó o las funciones que desempeñó. Se trata del compromiso de toda una vida con la enseñanza de idiomas y la convicción de que cada persona puede marcar la diferencia. Su trayectoria es un testimonio del poder de la pasión, la defensa, la perseverancia y la voluntad de aceptar e impulsar el cambio en el mundo del aprendizaje de idiomas.